En este país, después de 30 años de entrada de la democracia se sigue asociando la gestión pública con “lo bueno” y la gestión privada con “lo malo”, de la misma forma que se asocia a la izquierda con lo “justo socialmente” y a la derecha con la “explotación del trabajador”. No son suficientes los miles de ejemplos que justifican lo incorrecto de este pensamiento simplificado de una parte importantísima de nuestra sociedad. Esta creencia está mucho más arraigada que la propia religión católica en nuestro país.
Al igual que hace siglos, para arraigar una doctrina simplista en el pueblo llano, es necesario que éste tenga la menor formación posible. De esta forma, podemos entender la estructura, programación y contenido de los medios de comunicación. También podemos entender las distintas leyes relacionadas con el sistema educativo que se han ido aprobando durante el periodo democrático. El resultado es una mayoría de población con los mínimos recursos para disponer de criterio propio en función de datos objetivos.
Al amparo de esta creencia o dogma se vienen cometiendo la mayor cantidad de irregularidades administrativas y delitos civiles que ha vivido nuestra sociedad a lo largo de su historia. Si el comportamiento incorrecto se produce por un ente público está socialmente aceptado, de la misma forma los comportamientos incorrectos que se producen por una parte de los trabajadores del sector público. De la misma forma, cualquier comportamiento incorrecto en el sector privado se magnifica, así como se minimiza los éxitos de la gestión privada que se producen en muchos sectores.
También debemos detenernos en cómo se permiten las injusticias por parte de la Administración hacia el sector privado, justificadas social y jurídicamente, al tener una connotación negativa hacia su mera existencia.
Ya está totalmente implantada la diferente interpretación de la Ley según sea el destinatario de la misma, público o privado. Esto ha generado la imposibilidad de llevar a buen fin acciones emprendedoras en este país, redundando en la imposibilidad material de crear empleo.
Debemos, no obstante, aceptar el enorme talento de los sectores de izquierda en nuestro país, para lograr implantar una doctrina de forma tan eficaz en un periodo de tiempo tan corto. Esto ha permitido un enriquecimiento de sus dirigentes socialmente aceptado, incrementando si cabe el talento empleado en su estrategia.
No obstante, no habían previsto la totalidad de las debilidades de su estrategia, al no contemplar el fenómeno de la globalización. Obviamente los sectores antiglobalización son de “izquierdas” en todo el planeta. Ahora se abre una ventana de tiempo para el cambio, al igual que sucedió tras la finalización de la dictadura. Esta nueva ventana ha sido generada por la mencionada globalización. El cambio se producirá siempre que logremos que el flujo de información global no sea tergiversado en ningún sentido (ni a favor ni en contra de ningún grupo de poder). Ante el constatado fracaso e injusticia que conllevan los sistemas de izquierda, corremos el riesgo de que se evolucione a sistemas totalitarios, tal y como ha ocurrido en otros países. La pertenencia a la Comunidad Económica Europea no es un antídoto, sino una mera defensa. Por tanto, no deberemos obviar esta debilidad dentro de la nueva estrategia.
Debemos además reflexionar y llamar la atención sobre la cobardía de un sector de centro derecha acomplejado y pusilánime, que en parte tiene la responsabilidad de haber permitido que esto sucediera. La valentía en las convicciones de cada ciudadano se tiene que poner sobre la mesa y proceder a la defensa de las mismas.
Termino con la llamada a la reflexión sobre nuevos conceptos económicos, entre ellos el que denomino “cooperativa capitalista”, que podrá ser objeto de una nueva reflexión en este blog.
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